La identidad nacional luego del ‘gran encierro’

by | Jun 14, 2020

En la serie de artículos que he publicado, en los que analicé las emes: más emprendimiento, menos intereses, menos impuestos, más inversión, más educación digital y más solidaridad, restaba profundizar en la eme más Ecuador; particularmente, sobre quiénes somos los ecuatorianos, el futuro que nos espera a mediano plazo y por qué es importante invertir en la educación de nuestra gente, en valores ético-cívicos y en la identidad nacional, luego del “gran encierro”.

Francis Fukuyama, escritor y politólogo estadounidense escribió el libro Identidad, la demanda de dignidad y las políticas de resentimiento. En él, analiza racionalmente las razones de la pérdida de valor de la democracia, porque las sociedades y líderes políticos no han podido ofrecer a sus ciudadanos igualdad de oportunidades, propiciando la aparición de líderes nacionalpopulistas y etnonacionalistas, como Trump, Putin, Erdogan, Duterte, Bolsonaro, Fernández, entre otros.

La mayoría de países han venido perdiendo la identidad nacional. -¿Qué somos nosotros: mestizos, afroecuatorianos, indígenas, blancos…? -¿Qué significan los elementos de nuestro escudo nacional, en donde resaltan el río Guayas, el Chimborazo, el cóndor, el sol dorado, el tricolor patrio? -¿En lo económico, somos un país petrolero, minero, agrícola, turístico, una república bananera…?

Si como país realizamos un análisis de fortalezas y oportunidades, con entusiasmo observaremos que el Ecuador tiene un gran futuro, contando con sus grandes recursos naturales en agricultura, petróleo y minería; y, geografía y naturaleza únicas en el mundo. Hemos desarrollado –además– una agroindustria de nivel mundial, con buena infraestructura vial, portuaria, aeroportuaria, de terminales terrestres; gran cantidad de gente joven con ganas de trabajar y el dólar americano como moneda de curso legal.

La agricultura representa una gran oportunidad para atraer inversión nacional y extranjera, por la cantidad de luz solar que recibimos anualmente y la riqueza del suelo agrícola; sin embargo, para tomar mejores decisiones de inversión, debemos implementar una política agrícola que incluya un mapeo actualizado de todas las zonas, por provincia y por cultivo, utilizando el big data con alta tecnología para controlar y disminuir la contaminación de acuíferos y vertientes, analizar la calidad de suelos, mejorar la productividad y la infraestructura de riego; y, sembrar semillas productivas.

Es recomendable establecer una escuela agrícola internacional como Earth, de Costa Rica; el Zamorano, de Honduras, o la universidad holandesa Wageningen, que además de brindar educación agrícola, invierta en investigación y desarrollo; así, El INIAP debe someterse a terapia intensiva o cierre definitivo para crear un instituto agropecuario público-privado que aporte al desarrollo rural sustentable y cuente con la experiencia de las universidades nombradas, para estar a la par de Colombia y Perú.

-¿Qué éramos antes de ser productores petroleros en 1972?: un país agrícola por excelencia. -¿Qué nos espera después de la pandemia mundial que seguramente aumentará el hambre?: volver a nuestras raíces y enfocarnos en nuestras fortalezas. -¿Qué más tenemos que hacer para crecer sobre al 6 % anual para crear abundantes fuentes de empleo digno?: atraer inversión extranjera directa y fomentar la inversión nacional para industrias maduras, como la petrolera, energética y minera, siempre que Petroecuador se convierta –parcialmente– en privada, como Ecopetrol Colombia. Así nos aseguramos controles de auditoría de las Comisiones de Valores y la debida rendición de cuentas.

En el mismo esquema, recomendamos crear la Empresa Minera Ecuatoriana con participación privada máxima del 30 %, que emita acciones en las Bolsas de Valores nacionales e internacionales para financiar sus gastos de capital. Los excedentes públicos de la reinventada Petroecuador y de la nueva eme, irían a un Fideicomiso regido por profesionales financieros, que administre un fondo de inversión internacional cuyos rendimientos acumulados sirvan para enfrentar futuras crisis, como es el caso del Fondo Noruego de Inversiones.

Volvamos a nuestras raíces, enfoquémonos en nuestras fortalezas, enseñemos a los niños amar la Patria, inculquémosles cívica, ética, responsabilidad, respeto y honestidad; que anhelen un futuro en donde la mayoría de ecuatorianos tengamos pan, salud, educación, techo, trabajo, y que no nos regalen cosas sino que nos den oportunidades.

Después del ‘gran encierro’, los ecuatorianos debemos levantar el autoestima, con oportunidades de empleo que nos devuelvan la dignidad, siendo solidarios con el prójimo y forjando una nueva identidad nacional. (O)